domingo, 15 de abril de 2007

Barbosa



Nocturno para Barbosa

Víctor Bustamante


Sus cielos no son sombríos,
nunca lo serán,
su cielo siempre obtendrá un azul sin mancha
y sin nubes de harina.

Y el verde sin sosiego de sus valles y montañas
me perseguirá en otras geografías.
Será un verde tatuado, tan tatuado como el cristal de la infancia, tiempo poblado, sin ocasos descoloridos.
Verde indeleble llevado en el equipaje,
por los caminos de pasos perdidos.

No creo que esté atrapado en el recuerdo,
esa vulgar prostituta maquillada para acercamientos
y olores a ballerina, con sudores de ballerina.
No será el recuerdo quien traicione
ese aleteo de vagabundo y lo transforme en simples lágrimas.
Los que lloran están muertos hace muchos veranos.
Pero sus veranos son inmutables.

Barbosa se resume en el sabor a piña
de matas sembradas en hileras de tierra colorada de Porce,
desiertos en mapas de escuela.

Muro de cal,
tejados uniformes desde un tercer piso,
muchacha inmadura en la trampa del sol,
fragua de la alquimia a medio paso de la residua.
Lo es todo y lo que se diluyó.

Las torres de la iglesia rasgan el cielo
el sonido de las campanas tramontan el valle en busca del ángelus.
Pasión o piedra,
grafía del parque.

Un escolar desapacible, despeinado por el viento de los adioses
se pasea por el cuadro de la plaza:
su plano sin hoja de ruta, de cada esquina a cada esquina, de café en café, la música de las sombras.
Ahora en el regreso es un perfecto desconocido.

Imágenes de un caleidoscopio terrible.
Pero el mundo no termina ni empieza aquí
tampoco es el inicio de nada
sino el soporte de todo.
Por más lejos que haya ido
habrá una pasión secreta que lo persigue:
es el eslabón de una cadena irrepetible:
una casa con curazaos y matas de novios de un jardín portátil,
un ajedrez a manera de patio
los olores del presagio en la mentira de la niebla.
Nadie regresa a ninguna parte,
él se ha extraviado por la marisma y los ecos de los mares apagados e imaginados cerca a Auber
Se perdió por las calles de Medellín donde aún busca la salida al parque.
Se perdió en ocasos sin espartillos en la boca.
Se perdió en la risa apagada de los payasos de feria.
¿Dónde está el que no regresa?
¿Estará en las perdidas y oscuras marismas de Auber
o en los bosques perdidos de la maldad
o en el valle efímero la angustia?

Barbosa, nombre sólo para mí
no quiero que nadie lo arrastre de mi boca,
no quiero que el mundo opaco de los diarios lo pronuncie
Ese nombre lo arranqué del papiro de sus montañas,
No quiero que nadie lo murmure con la complicidad del estafador,
ni en el delirio de humo de Luis Tejada,
corazón roto de alas despobladas, cristal en la espesura,

Barbosa es aroma de café en el kiosco cada domingo a pleno sol.
Son las voces que ya no oiré.
Barbosa me persigue por los laberintos oscuros de una noche forjada de silencios y de piedra.

Omphalos, centro.
Allí gravitan
Obsesión, grito.
Fotografía o miedo.
Allá converge Eldorado ilusorio que poseo,
lo que existió y quiere perdurar.
Me perdí en las llanuras sombrías de un poema de Poe,
en el beso ondulante del viento en el Morro de la Virgen.

Barbosa, puente de cristal hacia el bosque incendiado del tren
araña de metal para cruzar el único y primer río
y la primera isla sin descubrir, el primer tesoro sin hallar
la caverna, aun tatuada, en el Morro del Indio
en la espesura del viento cruel y enfermo como el de cada línea, con el primer delito de ser uno mismo.

Pero a cada lugar donde vaya,
suyo será su nombre y suya la primera señal,
en cada palabra que diga saldrán las primeras calles
en cada vida que viva tendrá otro aposento para la manía del bien o del mal o para la soberbia del ahorcado.

Cada mañana pisaré la calle del Comercio
en cada mirada de la noche penetraran sus ojos en las llamas acunadas en el ultimo rincón del valle
en cada miedo, serán sus miedos presentes
en cada alba siempre su alba dirá el rojo de esas nubes.
Nunca se ha marchado desde una tarde con sabor a mango biche con sal y al perfume barato de alguna muchacha.

Piedra o cal, muro en el ocaso,
me ancla tu sombra al parque.
(1980)
.....
-Fotografía de El Mundo 1995.
…..
Para:
Abdías Madrid, Tulio Jairo Londoño, Gonzalo Henao,
Héctor Tobón, Héctor García, Francisco J. Cadavid,
Omar Cañas, Blanca Libia Gómez, Nazareth Torres,
Eustelly Londoño y los bachilleres del 71.

http://omarmesa.galeon.com/index.html

http://ladulcetoma.blogspot.com/2007/04/burton-rimbaud-en-la-ciudad-sagrada-de.html

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